martes, 30 de junio de 2009

El Quijote

Cosas de amor

—¿Por ventura, señor caballero —preguntó el del Bosque a don Quijote—, sois enamorado [*]?

—Por desventura lo soy —respondió don Quijote—, aunque los daños que nacen de los bien colocados pensamientos antes se deben tener por gracias que por desdichas [46].

—Así es la verdad —replicó el del Bosque—, si no nos turbasen la razón y el entendimiento los desdenes, que, siendo muchos, parecen venganzas.—Nunca fui desdeñado de mi señora —respondió don Quijote.


(12, II)





*El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha





Ambrose Bierce

Ambrose Gwinett Bierce (Ohio, Estados Unidos, 24 de junio de 18421914)

Fue un escritor, periodista y editorialista estadounidense.

Su estilo lúcido y vehemente le ha permitido conservar la popularidad un siglo después de su muerte, mientras que muchos de sus contemporáneos han pasado al olvido. Ese mismo estilo cáustico hizo que un crítico le apodara El amargo Bierce (Bitter Bierce).


Cuentos



The Haunted Valley (1871)

Un habitante de Carcosa (An Inhabitant of Carcosa, 1887)

One of the Missing (1888)

La ventana tapiada (The Boarded Window, 1891)

Chickamauga (Idem, 1891)

The Eyes of the Panther (1891)

El pastor de Haita (Haita the Shepherd, 1891)

El hombre y la víbora (The Man and the Snake, 1891)

El dedo medio del pie derecho (The Middle Toe of the Right Foot, 1891)

Lo que pasó en el puente de Owl Creek (An Occurrence at Owl Creek Bridge, 1891)

The Suitable Surroundings (1891)

A Tough Tussle (1891)

El acompañante del muerto (A Watcher by the Dead, 1891)

Desapariciones misteriosas (Mysterious Disappearances, 1893)

An Adventure at Brownville (1893)

A Baby Tramp (1893)

Bodies of the Dead (1893)

La muerte de Halpin Frayser (The Death of Halpin Frayser, 1893)

El famoso legado Gilson (The Famous Gilson Bequest, 1893)

John Bartine's Watch (1893)

Sucesos nocturnos en la Quebrada del Hombre Muerto (The Night-Doings at 'Deadman's, 1893)

Un naufragio psicológico (A Psychological Shipwreck, 1893)

El reino de lo Irreal (The Realm of the Unreal, 1893)

The Secret of Macarger's Gulch (1893)

La cosa maldita (The Damned Thing, 1894)

A Vine on a House (1905)

The Moonlit Road (1907)

The time, The moon fought back (1911)

Beyond the Wall (1909)

A Diagnosis of Death (1909)

A Jug of Syrup (1909)

Partida de ajedrez (Moxon's Master, 1909)

Staley Fleming's Hallucination (1909)

El desconocido (The Stranger, 1909)

The Way of Ghosts (1909)

El caso del desfiladero de Coulter (The Affair at Coulter's Notch)

Una escaramuza en los puestos de avanzada (An Affair of Outposts)

The Applicant

The Baptism of Dobsho

A Bottomless Grave

The City of the Gone Away

The Coup de Grace

Curried Cow

The Failure of Hope and Wandel

George Thurston

A Holy Terror

Un jinete en el cielo (A Horseman in the Sky)

El hipnotizador (The Hypnotist)

Una conflagración imperfecta (An Imperfect Conflagration)

El patriota ingenioso (The Ingenious Patriot)

John Mortonson's Funeral

Jupiter Doke, Brigadier-General

Muerto en Resaca (Killed at Resaca)

A Lady from Redhorse

The Little Story

The Major's Tale

The Man Out of the Nose

The Mocking-Bird

The Monk and the Hangman's Daughter

Mr Swiddler's Flip-Flap

Mi crimen favorito (My Favourite Murder)

Aceite de perro ( Oil of Dog)

One Kind of Officer

One of Twins

One Officer, One Man

One Summer Night

Parker Adderson, filósofo (Parker Adderson, Philosopher)

Perry Chumly's Eclipse

A Providential Intimation

The Race at Left Bower

A Resumed Identity

A Revolt of the Gods

Some Haunted Houses

A Son of the Gods

The Story of a Conscience

The Tail of the Sphinx

Visiones nocturnas (Visions of the Night)

El viudo Turmore (The Widower Turmore)

An Arrest

Revenge


Además de estos cuentos, Bierce cuenta con una amplia gama de trabajos literarios, tal es el caso de su libro El Diccionario del Diablo (uno de mis favoritos), el cual a su singular estilo en una narrativa corta que hace gala de las mismas virtudes que aparecen en El diccionario del diablo, esto es, mucho sarcasmo, mucho humor negro y mucha mala idea, todo ello aderezado con toques más o menos fantásticos, más o menos siniestros.

lunes, 29 de junio de 2009

Juana de Arco


Domrémy, Francia, 1412 - Ruán, id., 1431) Santa y heroína francesa. Nacida en el seno de una familia campesina acomodada, la infancia de Juana de Arco transcurrió durante el sangriento conflicto enmarcado en la guerra de los Cien Años que enfrentó al delfín Carlos, primogénito de Carlos VI de Francia, con Enrique VI de Inglaterra por el trono francés, y que provocó la ocupación de buena parte del norte de Francia por las tropas inglesas y borgoñonas.


A los trece años, Juana de Arco confesó haber visto a san Miguel, a santa Catalina y a santa Margarita y declaró que sus voces la exhortaban a llevar una vida devota y piadosa. Unos años más tarde, se sintió llamada por Dios a una misión que no parecía al alcance de una campesina analfabeta: dirigir el ejército francés, coronar como rey al delfín en Reims y expulsar a los ingleses del país.


En 1428 viajó hasta Vaucouleurs con la intención de unirse a las tropas del príncipe Carlos, pero fue rechazada. A los pocos meses, el asedio de Orleans por los ingleses agravó la delicada situación francesa y obligó al delfín a refugiarse en Chinon, localidad a la que acudió Juana, con una escolta facilitada por Roberto de Baudricourt, para informar a Carlos acerca del carácter de su misión.


Éste, no sin haberla hecho examinar por varios teólogos, accedió al fin a confiarle el mando de un ejército de cinco mil hombres, con el que Juana de Arco consiguió derrotar a los ingleses y levantar el cerco de Orleans, el 8 de mayo de 1429. A continuación, realizó una serie de campañas victoriosas que franquearon al delfín el camino hacia Reims y permitieron su coronación como Carlos VII de Francia (17 de julio de 1429).

Acabado su cometido, Juana de Arco dejó de oír sus voces interiores y pidió permiso para volver a casa, pero ante la insistencia de quienes le pedían que se quedara, continuó combatiendo, primero en el infructuoso ataque contra París de septiembre de 1429, y luego en el asedio de Compiègne, donde fue capturada por los borgoñones el 24 de mayo de 1430.

Murió en la hoguera, quemada cual bruja.




viernes, 19 de junio de 2009

Frases para ti

¿Por qué solo se tarda un minuto en decir hola, y toda una vida en decir adiós?

Cada vez que mires el cielo y veas una estrella moverse acuérdate de mi.

Cada vez que mires el cielo y veas una estrella moverse acuérdate de mi.

si te olvido es porque me acuerdo de ti demasiado bien.
Ivan Malinowski


Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.Pasarás en silencio por mi amor y al pasar fingiré una sonrisa como un dulce contraste del dolor de quererte.

Esa historia que pedias, ya está. Y la inspiración fuiste tí.

Ojos qué nunca me veis por recelo o por decora, ojos de esmeralda y oro

Pero no olvido aquel deslumbramiento, aquella gloria del primer momento, al ver tus ojos por primera vez
José Ángel Buesa





Mi corazon es como un dios sin lengua,

Mudo se está a la espera del milagro,

He amado mucho, todo amor fue magro,

Que todo amor lo conocí con mengua.

He amado hasta llorar, hasta morirme.

Amé hasta odiar, amé hasta la locura,

Pero yo espero algún amor natura

Capaz de renovarme y redimirme

.Amor que fructifique mi desierto

Y me haga brotar ramas sensitivas,

Soy una selva de raíces vivas,

Sólo el follaje suele estarse muerto.

¿En dónde está quien mi deseo alienta?

¿Me empobreció a sus ojos el ramaje?

Vulgar estorbo, pálido follaje

Distinto al tronco fiel que lo alimenta.

¿En dónde está el espíritu sombrío

De cuya opacidad brote la llama?

Ah, si mis mundos con su amor inflama

Yo seré incontenible como un río.

¿En dónde está el que con su amor me envuelva?

Ha de traer su gran verdad sabida...

Hielo y más hielo recogí en la vida:

Yo necesito un sol que me disuelva.


(Alfonsina Storni)

jueves, 18 de junio de 2009

Sissi


"A Patricia, quien también se ha dejado hechizar por la Emperatrizque no quiso serlo".








"En domingo nací, hija del Sol;sus dorados rayos fueron mi trono"








Elizabeth









Sissi, fue una emperatriz culta extravagante y desgraciada. Hija de los duques de Baviera, Maximiliano y Ludovica. Nació en Munich el 24 de diciembre de1837. La verdadera historia de Sissi, la muestra bella entre las mujeres bellas, poderosas entre las poderosas, tenía todas las cualidades para vivir un auténtico cuento de hadas; sin embargo la realidad fue muy distinta para ella. “Si una no puede ser feliz a su manera, no le queda más remedio que amar su desgracia”. Cuando pronunció sus palabras, ya tenía 57 años de edad y no dudaba el echar la vista atrás para anclar ésta desgracia a la cuál se refería, en el día de su boda. El juramento de fidelidad y amor eterno, entre Francisco José de Austria y Elizabeth de Bavaria (Sissi), tuvo lugar el 24 de abril de 1854. Sissi, entonces se convertía en ese momento histórico en soberana consorte del mayor Estado europeo, después de Rusia. Sissi, fue madre de dos hijas y un hijo, que les fueron arrebatados por su suegra para brindarle educación de acuerdo a su criterio. La intransigente archiduquesa Sofía de Austria, madre del esposo de Sissi, nunca aprobó el carácter inconformista de su nuera y le amargo el matrimonio.












Sissi, era una mujer obsesionada por su belleza; el pelo fue una de sus mayores preocupaciones estéticas, lo llevaba hasta la cintura, y lo lucía como una verdadera obra de arte . Su historia fue llevada al cine, protagonizada por Romy Snneider, en la década de los sesenta del siglo XX. El suicidio de su hijo desilusionado sentimentalmente con solo 31 años de vida, la había hundido en profunda depresión. Finalmente fue asesinada cuando tenía 61 años, por un anarquista italiano, llamado Luís Lucheni, quién en la ciudad de Ginebra le clavó un estilete en pleno corazón
















La Emperatriz Elizabeth -Sissi- es una figura histórica de sobras conocida. Atacada por unos, alabada por otros, compadecida por algunos, quizá nadie -ni ella misma- supo qué se escondía en su alma, qué torturaba su corazón, qué quería, qué anhelaba. Su temperamento independiente, ajeno a las normas sociales, hizo temblar a la timorata Viena y palidecer a la propia reina Victoria, a Isabel II y el rey de Grecia. La vieja Europa no estaba preparada para entender a una mujer como Sissi. Nadie comprendió su camino sin fin, su lucha contra lo establecido. Nadie supo ver la profunda tristeza, la vulnerabilidad que se escondían detrás de esta mujer hermosa, que encandiló al mismísimo emperador de Austria, Francisco José. A este respecto, Ángeles caso en Elizabeth, emperatriz de Austria-Hungría recoge las que bien podrían haber sido las reflexiones de la propia Sissi:


"Toda mi vida ha sido una lucha por alcanzar un pequeño trozo del Paraíso, y he tenido que enfrentarme al mundo entero en esa cruel batalla que me ha dejado marcada de imborrables cicatrices".


Elizabeth no fue la princesa almibarada y tierna, un poco desvaída, que se muestra en las películas de Romy Schneider que en la década de los 50 hicieron creer a las niñas que de verdad existían los cuentos de hadas. Años después, la actriz volvería a interpretar a Sissi en Luis II de Baviera, dirigida por Luchino Visconti, aunque de una manera muy distinta a la trilogía (Sissi, Sissi Emperatriz y El destino de Sissi). No es tampoco la dulce heroína de los cuentos editados por Bruguera en los 70 -que hicieron las delicias de quien esto escribe- ni es la princesita de los dibujos animados que se emitieron en los 90, con motivo del aniversario de su muerte. Elizabeth fue una mujer rebelde, de extraordinaria inteligencia, que nació antes de tiempo y que vio con absoluta clarividencia cómo el gusano del tiempo corroía las fruta podridas de los Habsburgo. Así lo ve Ana Mª Moix en Vals Negro:



"Es decir, los cabezas máximas de todas las monarquías europeas, los representantes de la vida diplomática del orbe entero y la consternada corte vienesa vio, de repente, cómo el emperador había envejecido y, con él, también su Imperio, el siglo y, en definitiva, el mundo en el que vivían".







Sissi nació el 24 de diciembre de 1837 en Munich, hija de Ludovica y de Maximiliano de Baviera, un matrimonio de conveniencia que, contra lo que leímos de niñas y vimos en el cine, nunca fue un matrimonio bien avenido. Max engañaba continuamente a su mujer; es más, solía almorzar con sus hijos ilegítimos. No obstante, el matrimonio tuvo 8 hijos. Sissi no estaba destinada a ningún alto cargo y vivió una vida sencilla, en la naturaleza, atendida y educada directamente por su madre, a quien quiso mucho y a quien habría de añorar en Viena.



Sissi no tenía que ser la esposa elegida por el Emperador, sino su hermana Helena, la hermosa Helena; pero Francisco José se prendó de la hermana pequeña, vestida de manera campesina, peinada con trenzas; la hermana-niña que parecía más ingenua, más dulce. Francisco José era 7 años mayor y toda la vida sintió hacia su esposa acaso más amor del que ella sintió por él:
"El enamoramiento de Francisco José por su esposa es famoso en toda Europa, pero Ida Ferenczy cree que los sentimientos del emperador ya no son producto del amor, sino de la veneración. Sólo así puede comprender que, tras el período de tensas relaciones habido en tiempos entre la pareja -según le ha confiado su amiga en alguna ocasión-, conservara el afecto esa indisimulable finura de lo intocado por el deterioro de la humana pasión (Vals Negro).
La propia Sissi auspició las amantes de Francisco José, en las que encontraba el apoyo que ella no supo o quiso darle, la vida burguesa que él necesitaba. La primera fue Anna Nahowski y la segunda la actriz Catalina Schratt.


Sissi y Francisco José se casaron en 1854, cuando ella tenía 16 años. Francisco José vivía muy apegado a su madre, Sofía, hermana de Ludovica que era -según decían- "el hombre de palacio". Sofía quiso moldear a la joven Sissi para que aceptase con profesionalidad su cargo de Emperatriz, pero no lo consiguió y entre ellas se inició un desencuentro que habría de durar hasta la muerte de Sofía. Y es que Sissi no fue una novia feliz -se cuenta que lloró como una malva y que no se consumó el matrimonio hasta pasados unos días, con lo que significada para la corte vienesa-. A Sissi la aguardaban en el Palacio Imperial, el Hofburg, un puñado de arpías dispuestas a criticarla, a observarla y a anularla si hacía falta. Una de sus damas era la implacable condesa Esterházy. Su marido la amó, dio pruebas de ello, pero siempre se sintió apegado a su papel de Emperador, muy conservador, con lo cual no sirvió de mucha ayuda a su esposa en la lucha contra las convenciones sociales y las hipocresías de palacio. Francisco José fue un emperador a la antigua, con un gran trabajo sobre sus espaldas, que no acertó a ver que el mapa europeo estaba cambiando y, con él, toda la concepción del Imperio.


Sissi fue madre muy pronto. Su primera hija, Sofía, murió a los 2 años de edad, lo cual supuso un duro golpe para la Emperatriz. Le siguieron Gisela y Rodolfo. Todos le fueron arrebatados por su suegra quien consideró que ella sabría educarlos mejor. Sin embargo, Sissi, horrorizada, intervino cuando supo cómo era el preceptor de Rodolfo, Gonchecourt, un hombre cruel y, digamos que, masoquista, aunque el daño ya estaba hecho. Sólo se sintió plenamente madre cuando nació, en 1868, Maria Valeria, su hija adorada, de quien no habría de separarse mucho tiempo y a quien quiso entrañablemente.






Pronto Sissi mostró síntomas de una extraña enfermedad que no se supo diagnosticar -acaso depresión, acaso anorexia, acaso hastío, el mal romántico, puesto que Sissi representa muy bien el alma torturada e inconformista, algo narcisista, de los románticos-. Y emprendió un viaje a Madeira que para ella iba a ser el descubrimiento de que lejos de la corte podía respirar:
"¡La desconcertante enfermedad de la emperatriz! Fiebres, cansancio, ensimismamiento, insomnio, desgana... síntomas que desaparecen, le consta al príncipe Meyer, en cuanto la enferma se enfrasca en una conversación sobre Heine o Shakespeare, o cuando está de viaje, lejos de Viena" (Vals Negro).











Así fue llamada la emperatriz viajera porque no paró de viajar desde entonces -incluso tenía su propio yate, el "Miramar": Corfú -en donde se construyó una villa-, Venecia, Biarritz, Merano, Mallorca, Sevilla, Londres, Summerhill...











Y es que Sissi tuvo unas manías y unas características bien especiales: le gustaba montar a caballo, se hizo instalar un gimnasio en Palacio para practicar anillas, coleccionaba fotos de mujeres hermosas, le gustaba la caza del zorro, era capaz de caminar horas y horas sin dar muestras de cansancio, tenía un pelo larguísimo que le ocasionó dolores de cabeza y de espalda y, sobre todo, se obstinó en mantener la misma figura toda la vida. Medía 1,72 cm, nunca sobrepasó los 50 kg y mantuvo 40 cm. de cintura. Todo ello hoy se diagnosticaría como anorexia. Ángeles Caso así lo recoge:



"He tenido que reducir aún más mis frugales comidas y alimentarme sólo a base de jugo de carne y frutas, pues estaba a punto de sobrepasar los cincuenta kilogramos de peso -un límite fatídico para mí- y mi espalda ha comenzado a producirme unos persistentes dolores, que algunos días me han impedido montar por la tarde".




Ana Mª Moix añade algún detalle más para que entendamos el ritmo frenético de vida que llevaba Sissi:




"El insomnio de la emperatriz va en aumento, y también sus crisis de angustia. Quizá tenga razón el doctor Seeburguer al afirmar que la soberana lleva un ritmo de vida tan insano como extravagante. Se levanta a las cinco de la mañana, toma un baño de agua fría (que el médico considera contraproducente para sus dolores reumáticos), se hace dar un masaje y empieza sus ejercicios de gimnasia, que la dejan extenuada. Desayuna un zumo de frutas (...) y llega a la sesión de peinado con Fanny Angerer, que aprovecha para leer, escribir cartas o estudiar húngaro. Se viste con traje de esgrima o de montar, según el ejercicio por el que opte (...). Sigue la larga caminata con alguna de sus damas, la menos harta de esos paseos que se prolongan a veces durante tres y cuatro horas".




A Sissi le gustaban los caballos y los sentía muy cerca: a Dominó o a Nihilista -véase el nombre especial de este último-. También sentía predilección por los perros, en especial Shadow, quien habría de acompañarla durante muchos años, y por los papagayos.






Fanny Angerer fue su peluquera y hay que decir que no era una tarea fácil porque el pelo de Sissi caía como una cascada, de este modo Fanny estuvo más que bien pagada. Mientras la Emperatriz se sometía a las sesiones de lavado y peinado, aprendía húngaro, como hace un momento acabamos de leer:





"La cabellera, de color rubio oscuro, llega a los tobillos de la emperatriz, que se la hace teñir de un tono castaño. La operación, dada la extrema longitud de los cabellos, requiere una notable habilidad, que Fanny Angerer, por supuesto, posee, y que es casi una insignificancia en comparación con la destreza que despliega para componer la elaboradísima corona de cabellos trenzados que ciñe la cabeza de la soberana" (Vals Negro).
Pocas veces posó Sissi para los pintores, pero lo hizo dos veces para Xavier Winterhalter en 1864 quien la pintó, en un retrato, con los cabellos sueltos -es el que presidió el despacho del Emperador- y, en otro, con el pelo recogido y un vestido de ensueño, que es el retrato oficial de Sissi.





No obstante, no fue una mujer vanidosa y veleta. Acaso tuvo un par de amores, el conde Andrássy y Middleton, pero fueron más imágenes platónicas que amores consumados:
"Sostiene que el amor es como la débil llama de una vela, visible sólo en la oscuridad: en cuanto entra en contacto con la luz, ya no se distingue la que por sí misma emana" (Vals Negro).
Es cierto que ella intuyó el cambio político y supo ver qué había detrás de los nacionalismos. Así cuando viajaron a Venecia en 1856, cuando fueron tan fríamente recibidos o cuando defendió la causa húngara, a raíz de su amistad con Andrássy. Es más, Sissi aprendió húngaro, tuvo dos damas y amigas húngaras, Ida Ferenczy y María Festetics. Gracias a ella, sin duda, en 1876 se firmó el Tratado de Reconciliación por el que se concedía la soberanía parcial a Hungría y Sissi y su esposo fueron coronados reyes. Es más, Sissi vivió muy a gusto en el Palacio húngaro de Gödöllö y una de sus grandes aportaciones políticas fue conseguir el reconocimiento húngaro en el Imperio. Aunque alguna de sus observaciones, recogida por el príncipe Meyer, no tiene tampoco desperdicio:





"He oído decir que la república es la forma de gobierno más conveniente para los pueblos".
Elizabeth siempre estuvo muy preocupada por los manicomios, quizá por la locura evidente de algunos miembros de la familia Wittelsbach. Ella misma temió por su cordura. Nos lo comenta Ángeles Caso:





"¿Qué delicado mecanismo de sus almas habrán manipulado los dioses o los demonios para enloquecer de ese modo a mis dos primos? A menudo me pregunto cuándo será mi turno".


"Mis damas empiezan a asustarse por esta afición mía a los paseos, que en los últimos tiempos, ahora que apenas monto, se han convertido en mi ocupación favorita. Algunas de ellas intentan la heroicidad de seguirme, y terminan maltrechas y agotadas, enfurecidas sin duda contra mí, la loca de los caminos polvorientos".




Destaca también la vulnerabilidad de esta mujer que, cuando lo creyó oportuno, cubrió su rostro con velos y abanicos y prohibió que nadie le hiciese fotos. "Cuando el tiempo me haya marcado con sus huellas imborrables, -seguimos a Ángeles Caso- yo envolveré mi rostro bajo velos, lo cubriré por siempre detrás de abanicos, para que la muerte pueda trabajar a solas, tranquila, en mi piel".





Con la muerte, la famosa Dama Blanca, tuvo una relación muy estrecha nuestra emperatriz y es que esta dama, antes de encontrarla a ella, no le hurtó desgracias. Primero fue su hijita de dos años, su cuñado Maximiliano, quien emprendió la locura de ser Emperador en México y fue fusilado -el caso de su esposa Carlota, enloquecida, fue otro drama-; la muerte de su querido Rudi, Rodolfo -la maldición decía que el primer emperador se llamó Rodolfo y el último también-. Rodolfo fue un muchacho débil, enfermizo, que se dejó influir y que, enfermo de gonorrea, adicto a la morfina, no pudo aguantar el peso de la vida y se suicidó en Mayerling junto a su amante María Vetsera -a su esposa Estefanía de Bélgica la había dejado estéril al contagiarle la enfermedad venérea que padecía y que Sissi creía que era una cistitis- el 30 de enero de 1889. A esta muerte brutal la antecedió la de su primo, el loco, Luis II de Baviera, el 13 de junio de 1886, por quien Sissi sentía una gran afinidad. Leamos el fragmento hermosísimo de Ana Mª Moix quien resume todas estas desgracias:




"Nunca había visto a la Dama Blanca tan cerca como ahora; pero, como siempre había imaginado, era inconfundible. Había sentido su proximidad, en anteriores ocasiones, y la recordaba como una promesa de muerte que nunca era la suya: era la de su cuñado Maximiliano, fusilado en México; la de su primo Luis II, que murió loco; la de su hermana, la duquesa de Alençon, abrasada en un bazar de caridad; la del archiduque Juan Orth, desaparecido en el mar; la de la archiduquesa Matilde, quemada viva; la de su propio hijo Rodolfo, muerto de un disparo en la cabeza en Mayerling... Ahora, en cambio, la vio, cara a cara,y , al producirse el famoso y estremecedor abrazo, supo que era Ella".





Efectivamente, la mañana del 10 de septiembre de 1898, la emperatriz, que iba acompañada de Irma Sztáray, mientras paseaba por Ginebra, cerca del embarcadero, fue atacada por Ligi Luccheni, un anarquista de 25 años, con un estilete que le clavó en el corazón. La Emperatriz siguió andando, pero, al desabrocharle el corsé, una mancha de sangre presagiaba lo peor. Moría una mujer, nacía la leyenda. Su asesino se suicidó en la celda en 1910. Y Sissi fue enterrada en la Cripta de los Capuchinos, justo donde no hubiera querido estar nunca.






Sissi fue una mujer enfrentada a su propia soledad, que quiso por encima de todo ser libre y que anduvo obsesionada por sus propios fantasmas; de ahí quizá esa obstinación en seguir caminando, en seguir viajando, en correr, en huir de sí misma:



"Sentí, como entonces, un frío inmenso, un frío que helaba mi cuerpo y mi espíritu, del que sabía que nunca podría recuperarme, y apreté la cara contra la piel del sillón para no ver todas las imágenes que se entremezclaban en mi mente: los ojos tiernísimos de mi madre intentando esconder su pena, los ojos amantes de Francisco ofreciéndome las flores en el cotillón, el día de su cumpleaños, los ojos heridos de Helena, los ojos torvos de mi suegra, los pequeños ojos, aún llenos de miedo, ya suplicantes, de Rudi recién nacido, cuando yo intentaba acercarlo a mis senos para que mamase toda la ternura que me crecía dentro, por las venas, amenazando estallar mi pecho, los ojos de tierra y lluvia de Bay Middleton, que apenas me miraban para no arder en chispas de deseo, los miles de ojos que a lo largo de mi vida me habían vigilado, perseguido y acusado... La vida era un infierno, un infierno de miradas inflamadas, lastimeras, reprobadoras, miles de miradas clavándose en mí, llegando hasta dentro de mi corazón, hurgando en mis tripas, impidiéndome vivir en paz..." (Elizabeth, emperatriz de Austria-Hungría).





Sissi fue también una mujer muy culta, que aprendió húngaro y griego, que admiró a Lord Byron, a Shakespeare (se indentificó muchísimo con la Titania de El sueño de una noche de verano), a Homero, a Esquilo y, sobre todo, a Heine, de quien recibió influencias a la hora de escribir sus dos poemarios Cantos del mar del Norte y Cantos de Invierno. La Emperatriz confió su obra al presidente de la Confederación Helvética para que fuese publicado al cabo de 60 años de su muerte. También confió la gran totalidad de su fortuna en la Banca Rothschild en Suiza para que sus allegados pudiesen vivir bien en el exilio. Tuvo una certera visión de futuro.
Y éste es un retrato mínimo de una mujer que sigue encandilando y atrayendo a quienes se acercan a ella, una mujer solitaria, con un alma atormentada que emprendió una búsqueda denodada hacia la muerte, hacia la autodestrucción, hacia el final, hacia una verdad que ella no supo ver:




"Una verdad tan simple y sencilla como terrible: que tanta espiritualidad, tanta inteligencia, tanta bondad, tanta belleza no le sirvieron para nada ni a ella, ni a sus hijos, ni al emperador, ni a los pobre por los que tanto se preocupaba, ni a los locos internados en manicomios que visitaba y cuya horrenda visión le quitaba el sueño por las noches, ni a los movimientos sociales y políticos revolucionarios a los que apoyaba de palabra y aplaudía mentalmente, pero a los que en nada concreto ayudaba, ni a los innumerables enamorados por los que se dejaba querer pero no tocar, ni a los amigos a quienes sí, indudablemente, quiso profundamente, pero sólo con la intensidad de la desolación y de la melancolía " (Vals Negro).







lunes, 15 de junio de 2009

Pensamientos

El Amor

El amor es suave, sincero, piadoso, agradable, gentil, fuerte, paciente, fiel, prudene, sufrido y nunca busca lo suyo; porque donde hay un hombre que busca lo propio, ahí no hay amor.
Thomas A. Kempis
A Todos
No necesitamos llegar a ser pobres para saber pedir, ni tnemos que llegar a ser ricos para saber dar. Necesitamos merecer para recibir, requerimos recibir para tener, debemos tener para dar, tenemos que dar para obtener. Y así, el que no tiene ¡recibirá! y quien ya tiene ¡compartirá!.
Stefano T, Morelli
Este día
El ayer no es más que un sueño, el mañana no es más que una visión, pero el presente bien vivido, hace de cada ayer un sueño de felicidad y de cada mañana, un avisión de esperanxa. Por lo tanto, presetemos atención a este día.
Sabiduría Hindú